La poeta Sara Bueno (La Línea de la Concepción, Cádiz, 1991) da forma a una obra sin título, sin etiquetas que condicionen. Un poema con versos tan libres como el amor. Diez fragmentos sin orden particular que nos invitan a parar y reflexionar para queremos más y así, querer mejor a los que nos rodean.
A la hora de crear, ¿eres más de tinta y papel o abrazas lo digital?
En este sentido soy bastante hija de mi generación. Crecí entre ambos universos y conviven sin problema. En el momento concreto de crear recurro a lo digital, pero adoro genuinamente el papel y tengo una colección enorme de libretas. Disfruto mucho escribiendo a mano; tanto, que se ha convertido en una de mis señas de identidad.
Leyendo tu poema SIN TÍTULO, se percibe una cadencia especial y una referencia específica al mar. ¿Qué crees que ha aportado tu lugar de nacimiento a tu estilo literario?
Quien llega al mar y respira… se lo lleva consigo para siempre. Si además tienes la suerte de nacer en una ciudad de costa, el sentimiento se intensifica. El amor por el mar es algo tan especial que las palabras no se agotan porque nunca son suficientes. Supongo que por eso vuelvo con frecuencia a esas referencias: por amor y por lo infinito. Mi lugar de nacimiento me dio mar y océano, gusto por lo cotidiano y curiosidad.
Históricamente los referentes literarios femeninos siempre han sido menos y en ocasiones, silenciados. ¿Cuáles han sido los espejos en los que te has mirado durante tu carrera?
Si hablamos de referentes femeninos, Alejandra Pizarnik fue una revolución para mí. También Gioconda Belli, Idea Vilariño o Piedad Bonet. Es muy reconfortante leerse en emociones ajenas, sobre todo en aquellas que tienen que ver con vivencias que son comunes, pero que lamentablemente no se les ha dado ni la importancia ni el espacio. Por suerte, estamos reparando todo esto de cara al presente y al futuro.
¿Qué otras poetas, ya sean de tu generación o no, nos recomendarías?
Recomiendo mucho a Miriam Reyes, a Szymborska, a Sor Juana Inés de la Cruz, a Sharon Olds, a Mary Olivers, a Patricia Benito, a María Elena Higueruelo, a Begoña Abad, a Rosa Berbel, a Angélica Liddell… y diría muchísimas más. Talento de ayer y de hoy.
Si una imagen vale más que mil palabras… ¿con qué palabra imaginas esta colaboración con Las Rozas Village?
Me quedo con las palabras que generan imágenes, y con las imágenes que generan palabras. Si me tengo que quedar sólo con una, para mí esta colaboración es Abrazo. Un abrazo entre universos, y un abrazo también -ojalá- a nivel individual, para quien lo necesite.
A través de tus publicaciones, has conseguido crear una comunidad fiel y entregada a la poesía. ¿Era algo que buscaras desde el principio? ¿Qué has encontrado a través de esa conexión que no esperabas?
No era algo que buscara a priori, no sabía siquiera que podía suceder. Las redes hoy en día son algo muy diferente a lo que eran hace diez años o más. Pero supongo que eso de la conexión es algo propio de la poesía, mucho antes que de internet. Este viaje ha sido algo precioso e inesperado. Inesperadamente pude publicar, pude viajar a otros países y también conocer a personas increíbles a través de la pantalla y más allá. Son cosas que ni me atrevía a soñar.
Las redes sociales y los mensajes instantáneos han cambiado nuestra forma de expresarnos. ¿Consideras que han influido también en tu manera de escribir?
Considero que hay que ser muy consciente de todo aquello que puede influir, sobre todo de cara a personas que escriben y quieren estar en redes. En mi caso, creo que ha influido en el hecho de que me encanta jugar con lo breve. Me interesa mucho jugar a condensar la mayor cantidad de emoción en el menor número de palabras posible. Persigo con frecuencia justo ese verso que atraviese.
Hablando de redes sociales, no es raro encontrar publicaciones en las que muestras prendas y referencias de estilo. ¿Qué relación tienes con la moda?
Me llama la atención la expresión de las personas a través de la estética, en general. Pasé por un montón de estilos diferentes en la adolescencia y la juventud, algunos más acertados que otros, honestamente. Pero sí, a nivel usuario me divierte experimentar, jugar con la ropa. Y más allá de vestir, disfruto aprendiendo un poquito sobre moda. Siento que es un arte.
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