Viaje al corazón de la gastronomía catalana
A medio camino entre el Mediterráneo y los Pirineos, Cataluña ha cultivado una cocina de contrastes: rústica y sofisticada, de mar y montaña, con raíces medievales y espíritu contemporáneo.
Por La Roca Village
2 May 2025
Un legado milenario servido en platos contemporáneos
La cocina catalana es una de las más antiguas de Europa. Ya en la Edad Media, el Llibre de Sent Soví recogía recetas que combinaban carne con marisco, frutas con especias, dulces con salados. Esta herencia ha evolucionado sin perder su esencia, dando lugar a lo que hoy conocemos como cocina catalana tradicional, una gastronomía que honra el producto local, la temporalidad y la memoria de cada casa, cada pueblo, cada paisaje.
Pero no hay que buscar en los recetarios del siglo XIV para encontrar esta herencia viva. Basta con tomar asiento en una buena mesa y dejarse sorprender por la creatividad con la que se reinterpreta la tradición. Los sabores de siempre se transforman en propuestas que respetan el origen, pero miran al futuro. En los menús de los restaurantes de La Roca Village encontramos desde croquetas de calçots hasta mel i mató con nueces y almendras, pasando por el pa de coca amb tomàquet o los macarrones de Sanmartí de Caldes al gusto. Aquí, los grandes clásicos reaparecen con una nueva mirada y mucho sabor.
Sabores esenciales en los restaurantes de La Roca Village
La cocina catalana encuentra en los guisos su forma más íntima de expresarse. La escudella, el fricandó de ternera con setas, los fondos oscuros y los sofritos prolongados son parte de un lenguaje que no se ha perdido, solo se ha refinado. En restaurantes como Cèntric, esos sabores aparecen destilados en platos que reconfortan sin necesidad de literalidad.
Tampoco falta la cocina marinera. El suquet de peix, nacido entre barcas de la Costa Brava, sigue inspirando versiones contemporáneas donde el producto fresco se mezcla con caldos hondos y notas salinas. Su espíritu aparece en cartas donde el pescado es tratado con respeto y un punto de audacia.
Entre los platos más terrenales, la botifarra amb mongetes mantiene su dignidad intacta. Fue comida de trabajadores, hoy es símbolo de autenticidad. En Andreu, el respeto por el producto catalán se percibe incluso en el aperitivo: botifarra, jamón, aceitunas, pan. Nada sobra.
Y al final, el dulce. La crema catalana, con su capa de azúcar crujiente, perfumada con canela y piel de limón, es más que un postre: es una declaración de estilo. Y cuando llega la Pascua, la Mona reaparece en forma de tradición familiar: los moldes, los platos especiales, los rituales, todo vuelve con ella.
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¿Y si llevamos el arte de la cocina catalana a nuestras casas y celebraciones?
La experiencia gastronómica no acaba con el postre. Si algo nos enseña la cocina catalana es que compartir va más allá del plato: es una manera de estar, de vivir y de celebrar. Recrear una buena mesa - con manteles inspirados en el Mediterráneo o vajillas dignas de un festín de escudella - es otra forma de rendir homenaje a las tradiciones. El Village ofrece un auténtico viaje estético y sensorial a los amantes del buen vivir; sumérgete en los universos de Luzio, Villeroy & Boch, Textura o Missoni Home y convierte tu mesa en un homenaje diario al buen gusto.
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Más que gastronomía, una identidad
Hablar de cocina catalana es hablar de una forma de entender la vida. No es casual que algunos de los chefs más premiados del mundo, como los hermanos Roca o Jordi Cruz, tengan aquí sus raíces. Su éxito internacional ha puesto en el mapa una cocina que siempre ha sabido conjugar la tradición con la vanguardia.
En La Roca Village, esta filosofía se palpa en cada detalle: en las recetas reinterpretadas con mimo, en los ingredientes de proximidad, en las vajillas que respetan la estética de la comida bien presentada.
Comer aquí es llevarse un pedazo de esta tierra en el paladar.