El nuevo athleisure mezcla siluetas deportivas (como el clásico polo de béisbol) con texturas distintas: del cuero al tul, pasando por el satén o el lúrex. ¿El color ganador? Negro.

Las zapatillas técnicas, más propias del trekking o el hiking, se llevan también sobre el asfalto, con propuestas sartoriales e incluso piezas de noche.

Esta estética, que hace referencia directa a las pistas de tenis, apuesta por polos, prendas de punto y faldas de tablas, para crear looks súper ponibles con un toque más clásico.

De Carhartt WIP a Levi’s. Se impone la moda utilitaria (o workwear). Esta estética –que elige tejidos resistentes y cortes prácticos– presenta ahora siluetas retro beige.

La fascinación de la moda por el baloncesto no es nueva. Con Demna Gvasalia a la cabeza, la pasarela juega con tejidos lujosos y siluetas casual oversize. ¿El favorito? La bómber.

Fenómenos como Skims han disparado las búsquedas de diseños funcionales, cómodos y, por supuesto, bonitos, en el último año. ¿El mantra?

El chándal de dos piezas estrena dress code: Combina los joggers con una camiseta oversize, una bómber retro, un bolso divertido y bailarinas de satén.

El ‘gorpcore’ es la tendencia que traslada la estética montañista al street-style de París y Milán. De abrigos de plumas (como The North Face) a chaquetas de forro polar.